Y así llegaría a nuestra América...Cerca ya de las lindes del llamado, o de la enajenación, que era elevación hacia al más pálido azul por la blancura del callar dentro del Verbo que recococió al fín, y de los rostros lejanos de sí mismos por la proximidad de lo extraño y propio como herida, expresó el poeta alemán romántico Friedreich Höelderlin: "Azul y apacible florece, con su techo de metal, la torre de la iglesia. En torno suyo la algarabía de golondrinas, que un más conmovedor azul la ciñe. El sol, hasta lo alto, se alza sobre ella y colorea las láminas, pero arriba, el viento canta el corocó en el silencio de la veleta. Cuando alguien al descender, escalón por escalón, pasa bajo la campana es vida en quietud, pues cuando una forma se destaca tan nítida, la plasticidad humana se hace visible. Los arcos, por los que tañen las campanas, son como pórticos de la belleza, pues esos pórticos todavía tienen la imagen de la naturaleza, o guardan semejanzas con los árboles y el bosque. La pureza es , así mismo, hermosa; de la riqueza de lo ínterior surge lo trascendente, pero estas imágenes son tan sencillas, son tan sagradas, que muchas veces uno teme no poder describirlas...¿Podrá, acaso, un hombre, cuando su vida sea sólo fatiga mirar hacia lo alto y decirse: yo quiero ser así? Mientras la bondad permanezca intacta entre su corazón, podrá el ser humano cotejarse con la Divinidad... La medida, creo, es del hombre: pleno de méritos, pero es actitud poética como auténticamente habita en esta tierra. Y aún diría que ni la oscuridad de la noche, con todas sus estrellas, es más pura que ese, el hombre, a quien se ha llamado una imagen de Dios..." Y es en la fatiga cuando se siente el vuelo de las nubes que desde su propia materia van deshaciéndose para que se abra el firmamento, más cercano y doloroso que el cielo, pues es también portador de la conciencia. El alma, entonces, se recluye para hacerse universal. Continuar, seguir por los senderos. Era en él un hallarse en sí como un ir hacia sí, en adopción de la soledad en la figura del aislamiento del eco que devuelven los montes del toque de las campanas al convocar al Ser y al mirar, al saberse en el ya haber dejado de saber y que de él se sepa o que se extienda una mano como si fuera el "Logos" original en las notas de los ruiseñores sobre el papel pautado del vacío como unadefinitiva figura del Todo...
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