¿Facultad poética? ¿Verdad de existir? ¿Sufrimiento de ser? Sólo el sentimiento alcanza a ver del otro lado del aire a unos ojos invisibles; hacia ellos se ha vuelto, y se vuelve, como los altos juncos pálidos, cuando a orillas de un lago se reclinen, unos sobre los otros, para danzar al silencio de los labios que, en ese mismo rostro imóvil, van -están- con esos ojos. En la orilla, en un delgado y débil sendero, hay todavía unos pasos que se hurtan a su propio dolor, cuando al presentir que eran mirados, que eran seguidos desde lo invisible, quisieran comprender...
Ver
a otro cristal
de este lado de ese mismo cristal
La nostalgia ignora lo ausente para saberse nada más a sí misma, como lo ausente puede saber de sí sólo por la nostalgia. En los atardeceres las golondrinas se juntan en bandadas oscuras que ocultan el firmamento al pasar, por un instante, ese enigmático instante de lo eterno, cuando la obediencia era o es ofrecimiento, y éste elevación. El abismo también tiene linderos en lo infinito... O en la ensoñación de la alegría y la angustia.
El cielo
que mira dese el cielo
a lo celeste
es una caravana en el desierto
Había iniciado ya su término; había dado témino a su iniciación, así en la piedra, de súbito, se abren unos pétalos. Se imagina en la urdimbre de llamados y ecos. Pero del otro lado del aire, la facultad poética, la verdad de existir, el sufrimiento de ser y estar consciente, saben al fín que en el aire hay otras presencias, únicas y últimas, si también transparentes: objetos, cristales, prismas, duelos, palabras, manos, pétalos, armaduras: el tacto, el llanto, el callar y el iris de una Gracia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario